Alberto tiene un problema el 31 de octubre de 2013 cumplió trece años y aunque no lo parezca, este puede ser un problema bastante grande. El caso es que este joven sietemesino de naturaleza rebelde, llegó al mundo en el barrio de Moratalaz con el carnet de socio colchonero sobre su incubadora. Sí amigos, un 31 de octubre de 1999, justo un día después de que el Atleti de Claudio Ranieri venciera en el Bernabéu al Real Madrid por tres tantos a uno con dos goles de Jimmy Floyd Hasselbaink y uno de Jose Mari. Y aunque adelantó prematuramente su llegada a este plano existencial, se retrasó en un solo día para poder ver a su Atlético de Madrid vencer al eterno rival.Por ello en un día como el vivido en una extrañamente gélida noche de mayo en las caldeadas gradas del Bernabéu, difícilmente podrá olvidar que tener trece años y medio, durante un largo periodo de tiempo supuso realmente un problema para él. Un problema porque pese a no haberle preguntado jamás a su padre porqué eran del Atleti, la extravagante estadística negativa golpeó constantemente su moral, que fue espejo de la de una afición que en trece años y medio no descompuso ni por un instante su compostura.Y no la descompuso porque en estos casi catorce años ni una bajada a los infiernos y una pésima gestión directiva pudo con ellos, porque no hubo mejor manera de ganar, de perder y sentir que siendo atlético. Pues Alberto que de ser colchonero, gozar y sufrir, tiene un master en rebeldía, conoce desde el primer llanto porqué es del Atleti y tiene cuatro copas (2 Europa League y Supercopas de Europa) en las vitrinas de su corazón. En esas razones que solo Neptuno conoce, únicamente el Atlético y su ya consolidado ‘cholismo’, puede emerger con una nueva forma de ser colchonero para hacer saltar por los aires las estadísticas de los derbis en una final de la Copa del Rey en el mismísimo Bernabéu.Y son noches de locura las que hacen grandes a este equipo y esta afición, puesto que quién iba a imaginar que en pleno mayo el termómetro apenas iba a alcanzar los siete grados y que en la sierra norte madrileña la nieve cubriría las flores de una tímida primavera. Quién iba a pensar que en un momento en el que hasta la blanca meteorología se aliaba con el Madrid y ‘las estrellas’ se alineaban en las filas del eterno rival, el Atlético gracias a los goles de Diego Costa y Miranda, iba a hacer quebrar una racha que comenzaba a tomar carices de maldición. Pero en la noche del viernes todo cambió, aquellas estrellas alineadas en las filas madridistas no pudieron con unos astros alineados con el equipo de Simeone, que como muy deportivamente declaró tuvo la pizca de suerte que necesita un campeón. Una suerte que bajo mi punto de vista hay que buscarla y sobre todo trabajarla. Trabajarla desde la unión, la convicción y el corazón que late bajo un escudo que el Cholo ha vuelto poner encima de la mesa de las verdades del fútbol. Y no hay más verdad que el Atlético de Sime-One venció al Madrid de Special-One, justamente con unas armas de las que se ha vanagloriado constantemente el técnico madridista.Intensidad, orden, mentalización, contragolpe, eficacia y especialmente fe en que la victoria se puede conseguir. Por encima de todo equipo, unión, palabra clave que ha logrado reducir la tremenda diferencia presupuestaria entre las dos fuerzas poderosas de nuestra liga y el resto de la mortalidad. Y por ello el fútbol sigue siendo atractivo y grande, porque Courtois tremendamente cuestionado en sus anteriores derbis, se salió con intervenciones de auténtico mérito, también porque los palos forman parte de la parte externa de la portería, como pudo comprobar hace mucho años en Berna el Barcelona y en el Bernabéu el Real Madrid.Por todas esas razones en Neptuno confluyeron todas las fuerzas de naturaleza rojiblanca, para celebrar una victoria que hizo esperar ansiosamente a Alberto casi catorce años. Y Alberto que es un adolescente gozoso y un niño que llegó al mundo con carnet de sufridor, lucirá como siempre con orgullo su camiseta rojiblanca por las calles de Madrid, pero en esta ocasión lo hará con una sonrisa muy relajada y especial dibujada en su rostro, pues estas calles en las que sufrió, gozó y vivió intensamente sus casi catorce años de existencia, serán por un día totalmente colchoneras. Unas calles que encuentran en las nuevas formas atléticas del ‘cholismo’ que en el fondo son las de siempre (de ahí su éxito arrasador), la razón para seguir creyendo que el fútbol y el mundo ni comienzan ni terminan en el Real Madrid y el Barcelona.PD: Felicidades Alberto, hasta ayer tenías un bendito problema: ser del Atlético de Madrid. No cambies.Mariano Jesús Camacho / cartasesfericas.vavel.com