El barrio de Nervión impone uno de los apodos más usados para el equipo y los hinchas del Sevilla, pero sus rivales béticos los llaman palanganas. La historia viene de lejos. El Sevilla era un equipo demasiado clasista en sus inicios, pero fichó a un jugador de familia humilde, lo que provocó peleas internas entre los directivos. Los que pensaban que todo el mundo tenía derecho a jugar en el Sevilla se marcharon y fundaron el Betis, dejando una palangana en la que se leía: «Aquí os dejamos como despedida esta palangana, que la utilizaréis de por vida para recoger las lágrimas que derramareis, no por vuestros fracasos, sino por nuestros éxitos, pues a partir de ahora estaréis más pendientes de ellos que de vuestra propia realidad».