El primer restaurante chino en aparecer en el programa tenía un equipo de cocinas donde no se tomaban en serio a su jefe
Pesadilla en la cocina es sin duda uno de los programas más polémicos de la televisión. Y es que Alberto Chicote consigue acudir a los restaurantes más pintorescos y desastrosos del panorama nacional. En este caso, ayer le tocó el turno al restaurante chino Mizuna THAI, inaugurando así el primer restaurante chino que participa en el programa. Pero esto no fue una alegría para él, ya que nada más llegar empezó a ver los desastres que le esperaban.
Mizuna THAI se encontraba en la ciudad de Gerona, y era un gran local de comida china, japonesa y tailandesa que regentaba Jon. Después de más de 12 años de historia a cargo de su madre, el joven propietario se vio capacitado para llevar adelante el negocio. Pero nada más lejos de la realidad, y es que desde que estaba liderando al equipo las pérdidas habían sido descomunales. Tanto que estaba a punto de arruinarse.
Alberto Chicote llegó para presentar un nuevo programa de Pesadilla en la cocina, y para ello comenzó como en cada programa adentrándose en las cocinas. Esto hizo que en una primera impresión ya viera que los cocineros se tomaban las órdenes de Jon a la torera. No tenía ninguna autoridad según ellos porque no podían verlo ya que les caía mal.
Otro de los problemas que vio el famoso chef nada más entrar al local, fue que su mujer abandonaba su puesto de trabajo para darle de comer a su hijo sin ningún tipo de reparo. Dejando a su suegra sola en las labores de servir las mesas. Además, por si esto no fuera suficiente, la hermana del propietario de Mizuna THAI decidió abandonar el restaurante porque no podía más con la presión a la que estaba sometida.
La reapertura del local una vez fue remodelado por el equipo de Pesadilla en la cocina, fue un auténtico desastre. Pero tras una charla motivadora de Jon a su equipo y la ayuda incondicional de Alberto Chicote, consiguieron remontar el buen curso del servicio del restaurante y el famoso chef terminó marchándose con un buen sabor de boca.