La marca espera meterse en el top 3 y rivalizar con el Hyundai Tucson o el Peugeot 3008
La evolución que vive el Kia Sportage desde que se lanzará en 1993, de la que hemos podido tener una primera toma de contacto, queda patente cuando miramos a su precio, su volumen de ventas y cuando nos subimos a un SUV que ha dado un salto cualitativo en imagen, materiales y tecnologías.
Y es que es uno de los autos más exitosos de la firma coreana. Desde hace una década sus ventas han crecido hasta alcanzar un punto en el que la marca aspira a vender 12.000 unidades. Ese es el objetivo inicial, pues su Director General, Eduardo Divar, aseguró que pueden acercarse a 18.000.
El Kia Sportage tiene características que lo hacer ver único y muy elegante
Su imagen es mucho más arriesgada con el boomerang luminoso como seña de identidad en su delantera. Tiene un espacio curvado y panorámico que acoge a dos pantallas gemelas de 12,3 pulgadas, una que hace las funciones de cuadro de instrumentos y la otra sirviendo de soporte al infoentretenimiento y la navegación.
Le acompañan unos materiales y terminaciones a la altura. El volante es cómodo, tienen una gran presencia los plásticos blandos, la imitación del aluminio está muy bien terminada y sólo vemos inconveniente en una consola central, terminada en negro piano, que es un imán para las huellas. Todo son materiales con calidad.
El auto tiene todas las ayudas de conducción posibles para un mejor manejo
Tampoco es un gran problema pues junto a la carga inalámbrica están disponibles un USB tipo A y uno tipo C. Además, cuenta con funciones ciertamente curiosas, como sonidos ambiente por defecto o un modo silencioso que apaga los altavoces traseros para no molestar a los acompañantes traseros si estos van dormidos.
A la conducción se sabe que la frenada de emergencia añade una función de tráfico cruzado para los giros a izquierda en los cruces. La cámara trasera y la proyección 360º como ayuda al estacionamiento o una monitorización permanente de nuestro comportamiento al volante, recordándonos que debemos mantener nuestras manos sobre el mismo.