El gran bote vuelve a ser esquivo con el tinerfeño
El ya legendario concursante de Pasapalabra, Pablo Díaz, volvió a dar un gatillazo al quedar a una letra del gran bote. Se está volviendo costumbre para el chico rozar el premio y esta vez fue la tercera en 15 días. La primera fue el 25 de febrero, la segunda el 1 de marzo, y en esta ocasión fue el pasado jueves 11 de marzo.
Tanto Roberto Leal como el público presente y los espectadores en casa. Se les está agotando la paciencia cada vez que ven Pablo muy cerca del bote y no logra obtenerlo. Es como si el tinerfeño estudiará todas las fases menos la del rosco que es donde se le agota su combustible.
De nuevo un gatillazo por parte de Pablo que dejó a todos decepcionados en Pasapalabra
En esta desafortunada ocasión, la letra en cuestión fue la L, correspondiente a la siguiente pregunta: “Apellido del golfista que ganó el Open de España de 2009”. Ante la oportunidad de oro de que el tinerfeño la atinará a la respuesta y, por tanto, se llevara los 1.354.000 millones de euros que había en juego. El presentador cogió su bote de spray y se aplicó un poco en las manos con gel hidroalcohólico.
“Si te lo llevas me rocío entero porque un abrazo te tengo que dar. Aunque ya estamos a salvo con las pruebas, pero esto también. Doble ración” exclamó con entusiasmo Roberto Leal quien ya se preparaba para el gran momento. Sin embargo Pablo no logró acertar la respuesta y por undécima vez el gran bote se aplazó.
¿Alguna vez Pablo Díaz se ganará el gran bote de Pasapalabra?
Es lo que todos se preguntan en el plató de Pasapalabra y en los hogares españoles que no se pierden ni un minuto del programa de Roberto Leal. La oportunidad la tenía el tinerfeño servida en bandeja de plata. Pero no acertó. Pablo que tenía 10 segundos por delante, se la jugó con López. Sin embargo, la respuesta correcta era Thomas Levet.
De nuevo habrá que esperar para que el concursante icono del programa logre alzarse con el gran bote y deje a más de uno satisfecho en sus hogares. Esperamos que Pablo no este tomando como deporte, rozar los botes en el rosco. Pues la gente se está aburriendo y ya empiezan a sospechar prolongaciones.