Una nueva polémica recubre al Barça, esta vez por una lucha de ideales que involucra activos del grupo deportivo y del grupo directivo
La última entrada a los medios de comunicación por parte de Arturo Vidal ha sido la muestra contundente de lo fracturado que está el interior del equipo. Soltando fieras culpando a la directiva y sacando en limpio a sus compañeros, encendió un nuevo tema que le ha terminado de dar moldura la amenaza a la que lo ha llevado Koeman tras llamarlo para notificarle que no contará con sus servicios.
Palabras como “Todas sus decisiones han estado mal tomadas”, han dado cuenta de lo que se viene manejando. El doloroso 2-8 para la afición culé según el chileno es solo un efecto, que se soluciona el día que el actual gabinete deje su egocentrismo y abandone la institución. Por eso el siguiente careo tuvo de todo, incluso amenaza de una pelea física.
Las opciones de salir están fijas, pero no a cualquier precio
Definido el efecto que pretende Koeman, el sudamericano tiene listo lo que será su gran salto futuro. El Inter de Milán será su nuevo hogar, eso si no se interponen. Antonio Conte le ha extendido su brazo y le ha hecho saber que tiene un lugar en el equipo. Sería su segunda experiencia en el país, tras lo que ha sido su paso por Juventus, donde ha ganado varios títulos.
No obstante, lo complejo de esto no es ni siquiera la intensión o las posibilidades, lo complejo viene a cuentas de otras situaciones. Vidal quiere salir y quiere hacerlo sin cláusulas de por medio, es decir quiere que le liberen o que le vendan a un bajo costo. Se pega de lo que han hecho con Rakitic y presiona por ello. Pero la respuesta ha sido negativa, si no pagan lo que se pide se queda.
Bartomeu apela una vez más a sus impulsos para intentar remediar los errores
La postura directiva viene a cuentas de la gran inversión que se realizaron en el pasado, donde han pagado al Bayern de Múnich más de 20 millones de euros por sus servicios. Justamente esa es la cifra en la que pretenden pararse, y mantener un espíritu de libertad con el mediocampista de 33 años.
Pero no ha caído bien en el jugador, porque lo ve como una barrera para truncar su sueño de seguir jugando a un gran nivel. Bartomeu quiere recuperar lo que ha pagado y si no le igualan la oferta prefiere hundirlo en el banquillo. Esto desde luego ha caldeado los ánimos y ha terminado en un cruce de palabras que por fortuna fue contenido en el peor momento. Siguen las malas noticias.