El actor de reparto es muy probable que aparezca en un mitin en plan estrella invitada en la campaña de Isabel Díaz Ayuso en Madrid
Toni Cantó, que ha usado la tribuna de las Cortes valencianas para denunciar tanto los desmanes del nacionalismo pancatalanista que avanza inexorable por la comunidad valenciana como la complicidad del inepto socialismo, iba a poner pies en pared ante la operación urdida en Moncloa de venta de lo que una vez fue Ciudadanos al socialismo aliado del nacionalismo.
Ese mismo socialismo zapaterista contra el que nació su primer partido, UPyD, el sueño de Rosa Díez, y que mostró el camino a su segundo partido: la revolución naranja de Albert Rivera. La última que intentó tamaña hazaña (presentar desde el PP batalla cultural a la izquierda), Cayetana Álvarez de Toledo, hoy está arrumbada como un mueble viejo
Desde sus posiciones de centro izquierda nacional (que si el centro político fuera un lugar geográfico —que no lo es— Toni Cantó estaría a mil millones de millas náuticas de esta izquierda radical que nos desgobierna), el actor ha demostrado siempre una imperturbable y atractiva independencia sin histrionismos que ha convertido cada intervención suya en un fenómeno en redes sociales que ha alimentado los argumentarios de millones de españoles.
Sus declaraciones de las últimas horas, antes y después de darse de baja del partido y, lo que le honra, de entregar su acta de diputado, en el sentido de que el liberal-progresismo de Ciudadanos debía pactar con el centro-centradismo del PP de Casado para enfrentarse a la izquierda rampante, han movilizado a buena parte de la opinión publicada y tertulianeada que ante la agonía de Arrimadas ya le ha encontrado acomodo en el Partido Popular. Quizá. Pero esa misma opinión publicada quizá no haya escuchado a Cantó afirmar, como ha hecho hoy mismo en el programa de Federico Jiménez Losantos en esRadio, que su compromiso explícito con los valencianos es el de “dar la batalla cultural desde su independencia”.
Por desgracia, dar la batalla cultural, que ya tenía un difícil encaje en una formación como Ciudadanos, que ha avalado cada política identitaria parida por la izquierda —feminismo radical, ideología de género, adoctrinamiento en las aulas, eutanasia, desprotección de las fronteras…— tiene un dificilísimo acomodo en la formación que preside Pablo Casado y que dirige Teodoro García Egea.
La última que intentó tamaña hazaña (presentar desde el PP batalla cultural a la izquierda que la monopoliza desde la Transición), Cayetana Álvarez de Toledo, hoy está en el gallinero del Congreso, arrumbada como un mueble viejo por el centro-centrado modelogestionario de corte rajoyista. Si Cantó no se ha excluido con esa declaración, le recomendamos que ponga a remojar sus barbas antes de firmar compromiso alguno con el Partido Popular.
Sea difícil o imposible, esperemos volver a ver pronto al señor —que lo es— Cantó en política o, mucho más necesario, en la comunicación de ideas. Que a España, como dijo Fernando Castiella, el ministro atlantista de Franco (con perdón), se la sirve desde los más variados puestos. Y añadimos a la frase de Castiella: algunos más importantes que la tribuna de un parlamento regional.