El auge de los sicarios en España: espejo público de un problema creciente
El fenómeno del sicariato, largamente asociado a países de América Latina, ha encontrado terreno fértil en España. Las calles, que antes eran testigos de conflictos menores, ahora resuenan con rumores y susurros sobre figuras sombrías dispuestas a saldar cuentas por unos cuantos euros.
Según investigaciones, un sicario puede cobrar desde 700 euros por intimidar a alguien hasta trescientos mil euros por un asesinato planificado. Estas cifras, aunque alarmantes, no son sorprendentes para quienes conocen la realidad de la delincuencia organizada en el país.
Del modus operandi al perfil: cómo opera un sicario en territorio español
No todos los sicarios se anuncian abiertamente. De hecho, las redes clandestinas y contactos en el submundo del crimen son esenciales para su operación. Aunque internet está repleto de supuestas ofertas de sicarios, la verdad es que la mayoría son falsas. Según Adrián, un sicario activo en España, “Los sicarios y cobradores en internet no existen. Son estafadores”.
Los verdaderos sicarios, como Adrián, provienen en su mayoría de Latinoamérica, con Colombia y México a la cabeza. Llegan a España con una misión, la ejecutan y vuelven a sus países de origen para evitar la detección. Su vida, marcada por la violencia desde la juventud, les ha enseñado a moverse con discreción y eficiencia.
El perfil de quien contrata: no solo narcos buscan a sicarios
Aunque se podría pensar que solo personas vinculadas al mundo del crimen recurren a los sicarios, la realidad es más compleja. Hay individuos sin antecedentes penales que, movidos por la venganza o desesperación, buscan sus servicios. Además, organizaciones más grandes, incluso algunas instituciones, podrían estar recurriendo a estos profesionales del crimen para eliminar adversarios.
Las fuerzas de seguridad estiman que hay al menos treinta sicarios “profesionales” en actividad en España. Una cifra que, aunque pueda parecer baja, es suficiente para mantener en vilo a comunidades enteras. Es un reflejo oscuro y preocupante de una sociedad que necesita mirarse al espejo público y actuar.