La química entre estos dos solteros resultó tan grande, que parecía que se conocieran de hace años. De los pocos temas que hablaron (que no eran sexuales) en todos tenían algo de común, y en el terreno sexual ni hablar.
Nadie pensaba que María y su cita fuesen a tener tan química de principio a fin, pues parecía que no era la primera vez que se veían en First Dates. Cuando ambos cruzaron miradas, algo en ellos hizo explosión y fue tan evidente que nadie imaginaba que la cita pudiese fallar. Para fortuna de los comensales eso no sucedió.
Además de las ganas de conocerse, María y Juan tenían otro cosa en común y es que ambos vivían en Málaga. De manera que si todo salía bien, los dos tomarían el mismo tren de regreso a casa. Pero antes de pensar en ello, los malagueños debían descubrir si lo que sentían realmente era algo serio y fuerte, o si por el contrario, resultaría pasajero y sin importancia.
Los cumplidos entre María y Juan en First Dates
Si él le decía algún piropo, ella respondía con otro. Así se la pasaron la mayor parte del tiempo en la mesa. Juan no tardó en decir que su corazón estaba un poco acelerado puesto que tenía muy cerca a la chica. Algo que ella valoró y que convirtió en un cumplido directo a él. “Tu también me pones nerviosa con esos ojos hermosos” le soltaba ella.
En cuanto a su apariencia sin cabello, dijo que no tenía ningún problema, pues resultó que le gusta así. “Me ponen lo calvos y más un calvo con cara de malote y esos ojos”. En ese momento, la cita se tornó muy interesante, ya que pasaron al tema cumbre, el sexo. A manera de pregunta capciosa, ella le interrogó si le gustaba más el pescado o la carne (todo con la intención de ver su apetito sexual). Su respuesta fue épica. “Siempre reservó energía en el trabajo para cumplir como un hombre por la noche”.
Las ganas de María y Juan eran tan grandes, que no aguantaron en el reservado de First Dates
Todo estaba predestinado para que los comensales llegaran a segunda base en el reservado del restaurante. Y es apenas sintieron que estaban solos, no dudaron en acercar sus caras como si fuesen imanes de alta tensión. El beso que se dieron fue tan intenso, que las manos del hombre se fueron dirigiendo a zonas peligrosas, tanto así que el malagueño confesó que en su tierra natal le decían “el pulpillo de Málaga” pues no tenía manos si no tentáculos.
Juan ha quedado convencido que María aceptaría una segunda cita pues ha dicho. “Ha probado este caramelo y parece que le ha gustado, ya verás cuando encuentre la sorpresa”. Lo cierto es que así fue, ya que la mujer le propuso al chico que no se devolvieran a Málaga, sino que pasaran la noche en Madrid. Ya imaginamos el motivo.