El chef recibió un total desprecio de la dueña mientras decidía ayudarla con la gestión del restaurante
En uno de los episodios de Pesadilla en la cocina, que afronta ya su séptima temporada, Alberto Chicote se dirigió a Madrid para conocer el restaurante de La Madrina, un lugar caótico en el que se vivieron muchas dificultades, especialmente en lo que tiene que ver con la dueña, Mónica, y que dio paso al programa de La Sexta.
Donde Chicote, tras conocer al personal, probar la comida y observar el caos que se genera en La madrina durante los servicios, el chef es testigo directo del difícil carácter de Mónica hasta el punto de rozar la desesperación. La madrina ignora al chef, no acepta sus críticas e incluso lo mira en ocasiones con desprecio.
La actitud testaruda y a la defensiva de la dueña es desconcertante. No presta atención a lo que le dice Chicote, no da ningún valor a sus consejos e insiste en trabajar de forma desordenada y caótica. La confusión es total y da pie a que los platos tarden en llegar a las mesas y los clientes se quejen.
“Ya me estoy acostumbrando a que no me hagan ni caso”
Alberto Chicote
En un momento del programa, donde los comensales no dejan de quejarse de que no llegan los platos, mientras Mónica sigue a lo suyo sin hacer caso de los comentarios de Chicote, el cual le contestó con ironía al gesto de silencio que hizo la dueña ante el percal: “Ya me estoy acostumbrando a que no me hagan ni caso”, respondió el cocinero.
Testigo de todo lo que se estaba cociendo en la cocina de La Madrina, Chicote decide dejarla llevar el servicio como a ella le parezca, sobre todo después del desprecio. Posteriormente, el chef echa un vistazo a la cocina y tira de ironía. “Lo de coger toda la verdura y meterla a cañón es una cosa maravillosa. ¡Qué suerte tengo de haberlo visto!”, comenta.