Calidad no le falta al francés, pero para que en Barcelona triunfe habrá que tirar del plan B de Valverde
Vaya que si hubo alguien que compuso una de las más sonadas novelas del verano, y no solo de este, ha sido Antoine Griezmann. El ‘principito’ llegó finalmente al FC Barcelona producto de un acuerdo por 120 kilos y toda una odisea que incorporó especulaciones, negativas y hasta un reportaje que supo amargo en su momento en la ciudad Condal.
Pero ya han pasado dos meses desde que estampó su firma como jugador culé y hasta ahora las sensaciones no son del todo buenas. Ha rendido irregularmente, unas veces con enormes exhibiciones de fútbol y goles como en el choque ante el Real Betis y otras no tanto, como por ejemplo ante el Borussia Dortmund, donde se encargó más de cumplir defensivamente que en agredir por el costado.
En Barcelona se le valora el sacrificio, pero no llegó para eso, llegó para desequilibrar y en base a sus movimientos servir de ayuda a Messi y Suárez en punta. Es más, de lo positivo está que con su polifuncionalidad ha logrado darle un segundo aire al equipo en la creación, tirándose atrás y conectado líneas para ganar profundidad y gol con las incursiones laterales de hombres como Ansu Fati y Carles Pérez.
Valverde y el gran reto de encontrarle sitio
Sin embargo, no se le ve cómodo, se sabe que necesita más rodaje para ir engranando la idea del club como filosofía y así ganar la fortaleza necesaria en medio de la competencia ruda. Eso no es más que automatísmos que se ganan con el entrenamiento y el sacrificio de poder ser un obrero más por mucho que se le considere y cargue a su espalda el rótulo de estrella.
El problema ahora es para Ernesto Valverde, él es el responsable de ir acoplando las piezas para no perder más tiempo ni distancia. Es una obviedad, pero Griezmann rinde más de segundo punta, posición que en el 4-3-3 del FC Barcelona no existe como si pasaba en el Atlético del Cholo. En el Camp Nou tiene dos alternativas, o de centro delantero, o de extremo.
Al centro del ataque tendría a priori más chances, siempre y cuando Suárez no esté, ya que en la banda pierde magia, pues no cuenta con el desequilibrio endiablado de Fati o Dembelé. Lo cierto es que los días pasan y el tiempo se agota, Valverde deberá encontrar la solución a este problema cuanto antes si no quiere que las crítica sigan consumiendo la estabilidad y salud de su equipo.